Desde hace un tiempo, no muchos meses, empecé a correr.
Al principio fue por perder un poco de peso, me costaba mil
mundos auto convencerme 3 o 4 días a la semana que lo tenía que hacer y que era
bueno para mi salud.
Las primeras semanas fue una tortura, acababa sin aliento, sudando, maldiciendo la
hora en la que salí a correr, jurándome que ya no correría más y que mejor
hacer dieta.
Poco a poco te vas sintiendo mejor, notas que funciona, que
pierdes peso – ayudado por no pegarte atracones de comida-, subes escaleras y
no terminas con la lengua fuera…lo mejor de todo es cuando te pica el gusanillo
de correr y ya solo lo haces por puro placer.
Cuando un día no puedes ir a correr y ves a gente que si lo está
haciendo sientes envidia (sana) de no poder estar hay.
Aun me sobra algo de peso, pero es curioso, nunc a pensé que correr fuera
entretenido y que se pudiera disfrutar, pero lo es.
Sigo corriendo 2 o 3 veces a la semana (según pueda), pero
es distinto, te sientes genial y no lo haces por perder peso. Empiezas cuando
estas en casa y te dices “voy a correr un rato”, ese primer instante es decisivo
si no te lanzas al final no saldrás por pereza, porque hace frio o viento…. Pero
al final le echas ganas y sales, empiezas la carrera con pesar, tienes las
piernas un poco “dormidas”, agarrotadas, pero poco a poco vas entrando en calor
y te sientes con más y más fuerzas, sientes que puedes incluso cambiar el ritmo
de carrera incrementándolo.
A cada zancada te encuentras con más energías y más ánimo, y
entonces entras en la fase de ir a tu ritmo, casi de forma automática, y te dedicas a ti mismo, a pensar en tus
cosas, en tu vida personal, profesional, en cualquier cosas que en ese momento
surja y ayuda y mucho; te sientes como
con otra mentalidad más positiva y lo que antes eran problemas ahora no lo
parecen y encuentras soluciones, te sientes con fuerzas de afrontar cualquier
cosa.
Ves a más personas corriendo, y a veces saludas, otras ni te
das cuenta. A veces piensas en ellos y te imaginas que van como tú, contentos,
animados y con ganas de comerse al mundo, de afrontar cualquier problema.
Llega el final de la carrera y ves tú meta, vas físicamente cansado,
pero contento, relajado y aparecen
fuerzas para hacer un sprint para terminar. Terminas y la sensación es genial,
totalmente relajado tanto física como mentalmente. Como nuevo para seguir el
resto del día con fuerzas para hacer cualquier cosa.
Y listo para la próxima salida, esperándola con impaciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario